jueves, 30 de octubre de 2014

El premio gordo (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-30/10/14)

Cuando se practica la política del toma y daca por encima de las ideas y de los principios, no hay cuenta que no llegue y que no se deba pagar. Cuando se vende el alma al diablo a cambio de votitos y contribuciones para conseguir mayorías parlamentarias a como dé lugar, el diablo puede tardar, pero finalmente llega y cobra lo prometido. En el caso de los transportistas y el gobierno la cuenta llegó rapidito. Los “chóferes” no esperaron ni siquiera que se levanten los platos de la mesa para mandarle la factura de su apoyo al presidente, aún antes de recibir sus credenciales como flamantes parlamentarios oficialistas. El gesto es grosero y de mal gusto como casi todo lo que hacen los transportistas, pero ilustra muy claramente la nueva naturaleza del gobierno y el modus operandi de las corporaciones al momento de reclamar su tajada de la torta. Y si así actúan ahora, que todavía hay platita para repartir, habrá que imaginarse nomás lo que harán cuando el bolsillo estatal apriete. El premio que reclaman los gordos y brillosos dueños del volante no es poquita cosa: reclaman que se les regale inmediatamente ni más ni menos que el 50% de la propiedad y de las utilidades del teleférico. El perdonazo de las multas tránsito y la liberación de las inspecciones técnicas había sido un pequeño entremés; el plato fuerte es el teleférico. ¿O en qué cosita más estarán pensando? El cobro electoral no proviene de un chisme, de un trascendido de prensa, ni de un rumor de los pasillos del poder; lo alarmante es que la descabellada demanda ha sido producto de una reunión de evaluación electoral entre los brillosos y, ¡el mismísimo presidente! Esta exigencia, realizada con un atrevimiento solamente explicable en su nueva calidad de cogobernantes, se asienta en el frágil argumento de que, como el teleférico los ha perjudicado, sus socios del MAS deben compensarlos inmediatamente en contante y sonante, con la mitad de una inversión de más de 300 millones de dólares, y además el control del negocio; ¿no se van con chiquitas, verdad? El vértigo del poder se ha desbocado; ni siquiera se ha terminado el cómputo de votos de las elecciones y ya se exigen los premios mayores; en éste caso una obra que, a su vez, ni siquiera ha sido correctamente terminada. Los réditos de la obra concebida para conquistar el voto de los paceños se quieren cobrar ahora y rápido, y así lo confirma la precandidatura a la alcaldía por el MAS, del gerente del teleférico. El ejecutivo de apellido impronunciable está en todo su derecho de disputar la alcaldía, pero lo más sano sería que antes de que comience la campaña, aclare a profundidad las razones por las que se inauguró el servicio a medio terminar. Creo coincidir con muchísima gente en que, al margen de las recurrentes fallas en el funcionamiento de la línea amarilla (que me obligarán a usar pañal la próxima vez que mis hijos me obliguen a subir), la no conclusión de obras en las estaciones no puede ser atribuible a la “mala suerte”. Creo entonces que sería saludable que comience su carrera electoral explicando en detalle el cronograma y el cumplimiento de plazos del proyecto y, si hubo retrasos, el grado de responsabilidad de la empresa y/o de los contratistas. Y lo más importante, quién tomó la temeraria decisión de poner en marcha una línea a la rápida, atendiendo consideraciones electorales antes que técnicas. Si no fue él, sería bueno saber por lo menos quien fue.

jueves, 23 de octubre de 2014

Una tablita de precios como oráculo político (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-23/10/14)

El 12 de octubre la realidad nos permitió constatar una vez más que no son las encuestas ni los escrutinios los que nos dirán quién será o quién seguirá siendo presidente de nuestro país. El trámite electoral fue en verdad medio inútil porque los resultados estuvieron siempre cantados, y para darse cuenta de ello no había que ser experto en encuestas ni en marketing electoral; simplemente había que mirar alrededor con atención, quitándose de encima los viejos preconceptos que llevaron las cosas al estado de situación actual. Mi modesto consejo: para saber quién será el presidente, usted tiene que leer el periódico, pero no la sección política ni la sección editorial; usted obtendrá la respuesta revisando la sección económica, dentro de esa sección la parte internacional, y para ser más específico, la parte que informa acerca de las cotizaciones de los precios internacionales de las materias primas. Lo único que estaba en juego en esta elección era el asunto de los dos tercios. Al MAS le fue en términos generales tremendamente bien en todo el país, considerando que están en el árbol desde hace nueve años y los números parecen decir que han sido nueve semanas en vez de años; prácticamente no han sufrido desgaste en el tiempo y eso es impresionante. Pero por muy bien que les fue, les faltó un poquitito para los dos tercios; creo en realidad que tenían previsto este pequeño inconveniente, y por eso designaron al actual Tribunal Supremo Electoral, que se ha ocupado de darles el necesario empujoncito final hacia la tan preciada cifra. Podemos suponer también que si aquello no funcionaba la solución tampoco sería complicada: sacar la billetera y comprar los asambleístas de oposición necesarios. Este pequeño gran fraude le permite al gobierno reformar todo lo que tenga que reformar, cómo le dé la regalada gana, para abrir las puertas de la reelección indefinida del presidente, siempre y cuando la sección internacional del periódico no les diga lo contrario, porque convengamos, ellos también saben que su permanencia en el poder está ligada a lo que canten los numeritos de esa tablita. Si los precios del gas, de los minerales y de la soya (80% de nuestra economía) se mantienen más o menos en los niveles actuales, nuestro astuto presidente será reelegido las veces que quiera. Si los precios no caen en cien años, será presidente por cien años. ¿Y qué dicen estos precios hoy? Pues bueno, la tendencia a la baja de los minerales ya lleva más de un semestre, y en el caso del gas las noticias tampoco son del todo buenas; los entendidos dicen que será muy difícil que los precios recuperen los niveles alcanzados en las mejores épocas, y que, por el momento todo indica que la tendencia seguirá a la baja. En todo caso siempre se debe estar atentos a la agenda internacional, en todos los temas sensibles para el precio del petróleo y del gas. Con este pronóstico del tiempo algo sombrío, las cosas se pueden comenzar a complicar para el gobierno en el transcurso de los próximos cinco años; nada será inmediato; nada será inmediato; incluso si los precios se derrumban de la noche a la mañana, nuestra economía puede resistir y conservar las apariencias por un par de años. Pero una baja sostenida de precios causará de todas maneras un frenazo en el crecimiento económico (que fue más jauja que desarrollo), y le cambiará completamente el menú del día al presidente. Una economía en enfriamiento lo obligará a hacer gestión y a enfrentar a todas las bestias que él mismo alimentó durante una década. La cosa ya no funcionará en automático con él subido en al avión haciendo campaña y dando órdenes. Tendrá que hacer la parte aburrida que hasta ahora no tuvo necesidad de hacer, es decir gobernar.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Constataciones postelectorales (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-16/10/14)

Es imposible hacer algún tipo de análisis post electoral, sin antes dedicarle unas líneas al Tribunal Supremo Electoral. Lo de supremo le quedó grande, y si algo tuvo de suprema su actuación, fue en términos de ineptitud y parcialidad. El vergonzoso desempeño de una institución que tanto costó enderezar, significa sin duda un retroceso significativo para la democracia boliviana. Si a los vocales les quedara una pizca de vergüenza y dignidad, deberían renunciar colectivamente, pidiendo disculpas a los millones de bolivianos que han sentido que su vocación democrática ha sido defraudada y engañada (aunque hayan votado por el ganador). Pero todos sabemos que nada de eso ocurrirá, pues están bien ocupaditos en darle el empujoncito final al oficialismo en la consecución de los imprescindibles dos tercios. Por lo demás, queda confirmar que fueron nomás unas elecciones con resultados tan aburridos como predecibles. No hubo sorpresas, salvo la votación obtenida por el Partido Verde, que más que a sus bases indígenas, parece haber cautivado a la intelectualidad urbana, que encontró en ellos un voto ideológico no contaminado por la mediocre política real. El resto de los resultados confirma una vez más lo que, para suerte del gobierno, muchos se resisten a aceptar: que la oposición está muerta de cuerpo entero y ha sido enterrada por tercera vez. Después de nueve años en el poder, el gobierno les propinó, puntos más puntos menos la misma paliza que el 2005 y que el 2009. Este es el sueño ideal del gobierno, que no debe entrar en sí de gozo por tener al frente desde hace casi una década, a la misma colección de personajes del pasado, que son liquidados una uy otra vez, y se levantan nuevamente para deambular como zombis, a nombre del 40% de los bolivianos. Y así seguimos; los medios y los analistas insisten ahora en que a Samuel Doria Medina le ha ido fantástico porque ha quintuplicado su votación, y que por tanto es el indiscutible líder de la oposición. Y nadie parece o quiere darse cuenta de que, si se le sacan a su resultado los votos de Rubén Costas en Santa Cruz, los votos de Suarez y Lens en Beni y los votos de todos los que votaron por él tapándose la nariz (por eso de que no quedaba otra que votar por el segundo), de Samuel no queda nada; queda, con suerte, el 5% que sacó el 2009. Ocurrió también en esta elección lo que vengo diciendo desde hace cinco años, y que muchas veces causó que me acusen de loco y/o estúpido: que el MAS ganaría la próxima elección en Santa Cruz, y que en adelante, el oriente y la ex media luna conservadora, sería la base de su sustento político, económico y electoral. Para el MAS, las cosas no podían pintar mejor; su apariencia indígena y su discurso anticapitalista funcionan todavía muy bien en occidente, y sus hechos pro capitalistas han cautivado al oriente. La farsa funciona para unos y para otros, y funcionará, por lo menos hasta que se acabe la plata. Lo de Juan del Granado no fue para nada una sorpresa como muchos dicen, y fue más bien una consecuencia natural de su extravío político después de la ruptura con el MAS, de su tonito de autosuficiencia que ya nadie soportaba, y de su inaudita elección de compañera de fórmula, que rompió todos los records del absurdo político. Tanto error junto tuvo nomás que tener un costo mortal para un hombre valiosísimo en su momento para la democracia y para la ciudad de La Paz. Por eso quiero entender que su anuncio de no volver a candidatear, implica también su retiro de la política.

jueves, 2 de octubre de 2014

La centroderecha arrasará el 12 de octubre (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-02/10/14)

Parece que el temblor de ayer va a ser lo único emocionante que nos dará el mes de octubre, porque las elecciones, tal como se veía venir, amenazan con ser las más aburridas de la historia reciente. Salvo las memorables y gratuitas metidas de pata de los candidatos opositores, que no han dado pie con bola desde que este proceso comenzó muchos años atrás, nada le ha dado chispa ni emoción a lo que habitualmente despierta más pasiones que el fútbol en un país de amantes de la política. ¿Será que la apatía y la desidia de electores y candidatos se explican por lo previsible del resultado? Puede ser, por lo menos parcialmente; Todo el mundo sabe que, con mañas y sin mañas, con trampas y sin trampas, al Evito le alcanza la popularidad para propinarle una paliza electoral a cualquiera de sus actuales contendientes y a todos juntos también. Probablemente no estemos todos de acuerdo en las razones, pero en el resto coincidimos. ¿O será que en el fondo, para quien escucha con atención, todos están hablando de lo mismo? Me temo que por ahí va la cosa y que nuestras elecciones tienen un asombroso parecido con las elecciones gringas, en las que nunca se discute el modelo económico, sino únicamente las diferencias de enfoque entre republicanos y demócratas, que evidentemente pueden ser muy importantes, pero ambas siempre con el mismo telón de fondo. Por lo menos allá, ante la falta de discusión ideológica, se sacan la entretela sin piedad con campañas negativas súper agresivas (guerra sucia la llaman acá los susceptibles), que hacen que las campañas sean por lo menos divertidas y emocionantes. Hasta de ese gustito nos ha privado esta obscura época, que contrasta horrorosamente con nuestra rica historia política. No se discute el fondo de las cosas, y la forma, circunspecta y acartonada, es más aburrida que chupar un clavo. Si nos basamos en las encuestas, podemos deducir con algo de sangre fría, que el 75%, o tres cuartos del electorado, votará de manera conservadora, por la continuidad del modelo capitalista y extractivista vigente. Con excepción del MSM, que matiza algunos conceptos, el Partido Verde, que dispara algunas ideas todavía inconexas y los indecisos (que juntos suman el 25%), el resto está dispuesto a votar por Evo, Samuel o Tuto, o mejor dicho por alguna de las opciones de la centro derecha. ¿O me dirá usted a estas alturas que alguien todavía se cree la historia de que el MAS es un gobierno socialista, indigenista o de izquierda? Nada señor. Para horror de unos pocos y complacencia de mucho, el MAS se ha consolidado como el referente de la nueva centro derecha; detrás del discurso y la consigna, se encuentra la misma receta macroeconómica de los neoliberales y el mismo modelo capitalista, con nuevos actores eso sí, pero más cruel y más salvaje que nunca. Lo vengo diciendo desde hace cinco años, y ahora de alguna manera esto se confirmará cuando el MAS gane las elecciones en Santa Cruz y saque resultados extraordinarios en las regiones más conservadoras. Así tenía que ser y así será. El conservadurismo se impondrá masivamente en esta elección porque lamentablemente nadie ha podido plantear una alternativa a la decadente partidocracia del pasado ni a la impostura actual del MAS. Atacar al neoliberalismo en épocas de vacas flacas era fácil, pero parece que no es lo mismo en tiempos de bonanza. La plata adormece todo y hoy hasta los autonomistas están calladitos, satisfechos con una autonomía de papel.