jueves, 29 de diciembre de 2011

Garra (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-29/12/11)

Ser del Strongest es bien sacrificado, esa es la pura verdad. Tan cierto es esto, que este año tanto La Razón como Página Siete, dedicaron su inocentada del año al Tigre, con noticias casi idénticas, que decían que la Liga le estaría quitando el título a raíz de no sé qué irregularidades administrativas. Y es que no sería de extrañarse que algo así pudiera ocurrir; los estronguistas vivimos siempre así, en apreturas, nadando contra la corriente, esperando lo peor y haciendo lo mejor por amor a la camiseta. Es por eso que somos el equipo que mejor representa a la gente de éste país; somos en Bolivia ese equipo popular que existe en todos los países, que resume las desventuras y las eventuales glorias de la gente sana y humilde, es decir de los medio cagados de siempre.

Siempre nos han faltado centavos para llegar al peso; nos hemos pasado la vida (una vida larga, de más de cien años) haciéndole frente a la adversidad y haciendo esfuerzos supremos para estar siempre a la altura de nuestra historia y de nuestra hinchada. Tuvimos y tendremos buenas y malas rachas, así como las tiene la gente de a pie, y más allá de nuestros altos y nuestros bajos, somos un equipo esforzado y tenaz.

Y sin embargo tenemos un amor propio a prueba de fuego, pues estamos orgullosos de lo que somos; nos alegramos de todo corazón cuando obtenemos resultados, y no andamos al revés, vendiendo expectativas, porque no somos un club pretencioso y arribista. Por eso la gente nos tiene respeto y cariño, y el país se alegra cuando nos va bien. La garra estronguista no es un mito, ni menos aún un invento de marketing; es simplemente la valentía y el coraje de los desheredados para arañar y arrancarle al mundo las cosas con sacrificio; es la condición natural del pueblo trabajador y honesto, trasladada a la actitud deportiva de un equipo de fútbol.

Verdad es también que el camino de la dignidad y la entereza está plagado de sinsabores y que muchas veces la dirigencia no supo responderle a su gente; no sé ni me interesa saber de los entretelones y los dimes y diretes entre la ex y la actual dirigencia; sencillamente habrá que felicitar a todos, a jugadores, hinchada, dirigencia, entrenador y cuerpo técnico, por habernos dado la alegría del campeonato, y esperar que esta fórmula se pueda reproducir en la medida de lo posible. Siempre he pensado que jugando al fútbol no debemos ser mucho peores que los peruanos, ecuatorianos o chilenos, pero la calidad de nuestra dirigencia deportiva ha sido en general nefasta (basta ver la cantidad de ex políticos involucrados en el asunto); a ver si el recambio de élites le toca también un poco a nuestro fútbol (a aquellos que pueden cambiar de dirigencia, claro).

El año no podía terminar de mejor manera: la imagen del capitán Pablo Escobar levantando la Copa nos llena de orgullo y satisfacción, porque de verdad sentimos que lo merecíamos. Hoy somos campeones con la misma humildad con la que lo fuimos muchas veces, y con la que seguramente lo seremos muchas veces más: pisando tierra firme y sin aires de grandeza. Quiero compartir a través de ésta última columna del año estas lágrimas de emoción con mis amigos gualdinegros, los que están en el cielo, como mi padre que me enseñó a vivir la vida como estronguista, y los que están los domingos en la gradería, sufriendo y gozando las hazañas de nuestro querido Tigre.

jueves, 22 de diciembre de 2011

La antesala de un año espantoso (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-22/12/11)

Hace tres años el gobierno de Evo Morales derrotó políticamente a la oposición regional, que hasta ese momento se autodenominaba orgullosamente “media luna”, insinuando con ese nombre su tinte separatista. Si bien los cuatro prefectos, en ese entonces, habían sido elegidos democráticamente, no tuvieron la capacidad para articular un bloque político mínimamente serio que pudiera constituirse en una alternativa de alcance nacional. No supieron medir los tiempos históricos y tampoco pudieron entender el proceso que vivía el país; en medio de esa ceguera, apostaron más bien por una conspiración suicida que pretendía una solución por el desastre.

Después de jugarse por unos referéndums autonómicos completamente forzados en términos constitucionales, intentaron prenderle fuego al país con la toma de instituciones, que teóricamente debía terminar con un reguero de sangre, violencia y muertes, que terminaría por tumbar al gobierno. El tiro les salió por la culata, y después de los excesos cometidos en Pando, la aventura terminó en una derrota histórica que abrió un nuevo capítulo del proceso constituyente.

A partir de allí, la querella política de fondo quedaba resuelta, con unos poderes regionales dispersos, debilitados y deslegitimados, incluso internamente. A partir de allí el MAS comenzaba a ganar espacios políticos en terrenos antes inexpugnables, lento pero seguro. Vistas así las cosas, desde la perspectiva del poder, a partir de allí todo era cuestión de tiempo.

Sin embargo, nada parece ser suficiente para aplacar el insaciable apetito de poder inmediato del gobierno. La suspensión del gobernador del Beni, preparada desde hace tiempo, abre una nueva arremetida que anuncia además la pronta destitución de su homólogo cruceño. Con esto, el gobierno terminará de farrearse su legitimidad democrática, en el entendido de que nadie tiene la menor duda de que, detrás de los procesos jurídicos, se encuentra la mano oscura del poder.

El resultado de esta enorme torpeza política será obviamente la victimización de todos los líderes regionales y políticos procesados, sin distingo de quienes pudieran ser responsables o culpables de flagrantes hechos de corrupción. Todos metidos en la misma bolsa con el rotulo de perseguidos políticos, más allá de las particularidades de cada caso. Moros y cristianos, justos y pecadores, mezclados en el fango del abuso de poder.

Este favor que en algún momento terminará con el indulto de más de un delincuente, es una muestra más de la rápida descomposición del gobierno en este año, y de la brutal reacción a partir del último revés sufrido con el TIPNIS. A partir del gasolinazo, el régimen perdió su invulnerabilidad, y hoy se defiende desde el llano, con una virulencia tremendamente ordinaria, que ya no repara en consecuencias.

Los errores cometidos, lejos de ser aprovechados para una introspección sana y una reconducción del proceso, han detonado un cierre de filas salvaje que se presenta como la antesala de un año con rasgos prematuramente preelectorales, marcados por la inminencia de referéndums revocatorios por doquier, en los que se ventilarán desde ahora las peleas intestinas del partido de gobierno, de cara a las próximas elecciones generales. Así de feo se viene el próximo año, por lo que le recomiendo que intente descansar y recargar las pilas al máximo en estas fiestas.

lunes, 19 de diciembre de 2011

TIPNIS e IIRSA, las siglas del millón (Ensayo Anuario 2011 Página Siete-18/12/11)

Ocurre con poca frecuencia que una sigla concentre y resuma tantas cosas a la vez. Unas cuantas letras adquieren a veces la fuerza para explicar por sí solas complejas coyunturas, e incluso para simbolizar respuestas a procesos de gran magnitud. Un par de iniciales como el 11-S, marcaron, por ejemplo un antes y un después en la historia contemporánea mundial. La sigla TIPNIS es obviamente tema de anuario, y mucho más que eso. Fue si, el tema del año, y probablemente también el tema del lustro, que ha encendido importantes luces sobre el proceso político en curso.

Pero si del año se trata, debemos convenir en que la reacción al gasolinazo (el G-26, para ponerlo también en clave de siglas) y el TPNIS, fueron los dos hechos políticos más significativos del año. Y mire usted cómo son las cosas: uno afectó a la gran mayoría, originando la reacción de unos pocos, y el otro, intentó afectar a unos pocos, causando la reacción de todos.

Pero fue finalmente el fenómeno social que acompañó la marcha indígena el que finalmente reveló, a mi juicio, la clave para la lectura política del TIPNIS; me refiero al retorno vigoroso de la sociedad en movimiento, versus el poder. Las masivas y espontáneas adhesiones a la causa en cuestión, dieron fe del buen estado de salud de la ciudadanía no organizada, que se sacudió del letargo y del adormecimiento, doblándole el brazo a los abusos de poder, que el gobierno acumuló en los últimos dos años.

Detrás de la solvencia moral y del verdadero alcance de las reivindicaciones, de la lucidez de la dirigencia que dio la cara, y de la extrapolación política que se hizo de un tema aparentemente sectorial, se pudo constatar la vigencia del Proceso Constituyente, remozado y encarnado en la participación y la movilización social. Volvieron a escena junto al TIPNIS, renovadas formas de movimiento social, marcando diferencias con las organizaciones sociales de autonomía política embargada, poducto de la cooptación prebendal del gobierno.

El gran hallazgo en la interpretación de este mega-evento, podría ser entonces el nuevo desborde del sistema político establecido que confirma la persistencia de una crisis de estado aun irresuelta, y que repone en el eje del debate a la caracterización de los movimientos sociales y su rol en el cumplimiento de la Agenda de Octubre y en la rectificación de la ruta crítica del Proceso Constituyente. Pero en este diagnóstico que arroja buenas noticias para la sociedad, las malas noticias son para los partidos y fuerzas de oposición. ¿Por qué? Pues porque las respuestas a estos dos grandes hechos surgieron al margen de ellos, rebasándolos también; lo que no pudieron hacer ellos en seis años, lo hizo la gente de a pie.

En el otro lado, el desacertado manejo político del conflicto por parte del gobierno, ha dejado cuantiosas facturas de corto y largo plazo, que ya se han comenzado a cobrar en costos de todo tipo. Uno de ellas tiene que ver con el daño irreversible infringido al canciller Choquehuanca, que con su silencio cómplice abdicó de todas las ideas que representaba dentro del gobierno, y selló su derrota interna y su futuro como posible sucesor al trono. Otro costo tiene el sello de un desastroso descalabro de la imagen internacional del presidente; y sigue en la larga colección, la ruptura definitiva con las clases medias urbanas, que con esto, parecen haberle perdido el miedo a expresar sus descontentos.

Merecen unas líneas aparte las solidaridades interesadas y oportunistas de cierta oposición clasemediera, que aprovechó la ocasión para colarse a la protesta, haciendo gala de su sinvergüenzura al convertirse rápidamente, del racismo y el consumismo, al indigenismo y al medio ambientalismo.

Pero, a no dudar, la constancia de ruptura más profunda se ha constituido en una separación profunda entre el proceso de cambio, entendido como proyecto de poder, y el Proceso Constituyente, concebido como ruta de cambio de estatalidad y de sociedad.

En el camino regado de errores y horrores, el gobierno se las arregló también para poner en tela de juicio muchos preceptos básicos sobre los que construyó su simbología y, por qué no decirlo, su mitología política. Quedó en serias dudas aquella entelequia discursiva referida a lo indígena-originario-campesino, echada por tierra por la evidencia de diferentes intereses entre campesinos e indígenas. La presunción de Evo Morales como primer presidente indígena al frente de un gobierno de izquierdas, quedó también relativizada por la agresiva y condescendiente actitud “chola” del presidente (en su buena y en su mala acepción) con los indígenas, y por las prácticas y discursos típicamente derechosas de todo el ejecutivo en la administración del conflicto.

El berenjenal del TIPNIS parece haber precipitado también la decantación interna de las fuerzas en pugna al interior del régimen. Las motivaciones para la construcción del camino y los argumentos esgrimidos en su defensa, de alguna manera hicieron “salir del closet” al talante desarrollista y conservador, oculto tras el discurso revolucionario, pero siempre latente en los círculos más íntimos del poder palaciego.

Todo indica que se impuso la visión pragmática sobre cualquier tipo de intento por construir un modelo de desarrollo alternativo, consonante con las demandas históricas y la retórica gubernamental. El sustento ideológico fue avasallado por una apuesta de acumulación de sustentos de poder, basada en el apadrinamiento del aparato burocrático en uso del poder, y de nuevas burguesías campesinas de corte capitalista, dueñas de tierras en calidad privada, empleadoras de mano obra asalariada, y sujeto de permanentes incentivos estatales. A este nuevo bloque de poder, se van sumando otros actores como la banca o los agroexportadores, que comienzan ya a comprender el nuevo lugar que el gobierno les ha cedido en su proyecto hegemónico.

Cuando se habla del TIPNIS, y seguramente seguiremos hablando del tema durante mucho tiempo, muchos se preguntan cómo es que pudo haber ocurrido todo esto, y cuáles fueron las razones y las fuerzas que empujaron al gobierno a esta desquiciada aventura. Los móviles recurrentes en ese posible inventario, son la presión cocalera por la ampliación de sus fronteras, la presencia de riqueza hidrocarburífera en la región, la presión y el cobro de favores del tándem OAS/Lula sobre el presidente, o el irresistible tamaño de las coimas en juego. Sin embargo, nada se ha dicho acerca del papel de otra sigla, el IIRSA, como verdadero telón de fondo.

El IIRSA es la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana, financiada por el BID la CAF y FONPLATA, que en los papeles, tiene como objetivo la planificación, el financiamiento y el desarrollo de mega proyectos de infraestructura, ni más ni menos que en las áreas de transporte, energía y telecomunicaciones. Pero existe una serie de investigaciones que denuncian que detrás de esta loable iniciativa, se ocultan los intereses estratégicos de largo plazo del poder transnacional. Se trata de una suerte de motor de multiplicación de iniciativas desarrollistas a diversa escala, que avanza lento pero seguro, sin reparos en cuanto a la expansión descontrolada de la agricultura intensiva, el cambio de uso de suelos, la explotación insostenible de recursos naturales, y el avasallamiento a áreas protegidas de biodiversidad.

Proyectos mineros, represas y, claro, caminos, que responden a la agenda de futuro de grandes consorcios financieros, de acuerdo a su propia temporalidad, y no a las necesidades específica y reales de los estados involucrados. Los planes que desde allí se trazan no se discuten, no importa cuales fueran sus impactos medioambientales y sociales, so pena de severas represalias y bloqueos financieros externos. Desde allí, con muy bajo perfil, corren los intereses de los verdaderos “dueños del mundo”, y con la música que ellos ponen, bailan todos los gobiernos de la región.

Un palo de ese tamaño puede si, explicar el aparente e irracional suicidio del gobierno, y más aún, la insistencia y la reacción post derrota política, que anuncia ya una brutal venganza contra los indígenas del TIPNIS, urdida desde todos los frentes imaginables para legitimar la construcción del camino, cueste lo que cueste. Esta podría ser la lección final y definitiva del TIPNIS y del IIRSA, dos siglas que explican lo inexplicable: Hay poderes a los que sencillamente, no se les puede decir que no.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Compras insensibles, pero al menos inteligentes (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-15-12-11)

Esta semana haré eco en mi columna de la discusión con mis colegas de radio Mónica Machicao y Rolando Morales, a propósito de las actitudes que guían nuestro comportamiento en cada Navidad. En el cierre de temporada de nuestro programa “Esto No Tiene Nombre”, en Radio Deseo (sí, esa radio contestataria), nos ensalzamos en una charla acerca de los rasgos que caracterizan la Navidad, y a partir de aquello, me quedaron rondando por la cabeza un par de ideas.

Es verdad que cada fin de año no puedo dejar escribir algunas líneas de condena y repudio a la estampida comercial que se desata en todo el mundo occidental, en el nombre de Dios. El desenfreno psicótico con el que la gente se lanza a esta orgía de consumo, siempre me ha parecido sencillamente inadmisible; que exista una fecha que sirva para generar un pico de demanda en la economía y para exaltar nuestros peores instintos, no le veo problema; pero que se cometa un pecado colectivo de esas dimensiones como celebración del nacimiento de Jesucristo, me parece ya una barbaridad fuera de todos los límites.

Finalmente, el consumo de bienes materiales, la grosera puesta en evidencia entre ricos y pobres, la falsa y efímera solidaridad manifestada a través de la caridad y el derroche en general, son exactamente lo opuesto al legado espiritual de Cristo, por lo que, pretender rendirle homenaje o festejar su nacimiento de esa forma, es un contrasentido solamente explicable por la cantidad de millones que circulan en marketing y en publicidad, que terminan por enajenarnos completamente.

Pero bueno, si realmente no podemos evitar las garras del consumo, al menos hay alternativas de elección que le pueden dar un poco de sentido a nuestros gastos. Algo de conciencia y de postura ideológica no nos haría ningún daño, si es que hemos decidido apuntarnos al concurso de gasto convocado por ese gordito barbón, que a ratos se parece más bien al Tío Sam.

Tratemos de comprar productos bolivianos, ya sean industriales (que ya lo sé, son muy poquitos), o sean artesanales, que los hay de todo precio y de excelente calidad. La oferta nacional de cosas muy bonitas y muy bien logradas es enorme, si tenemos el cuidado de buscar con calma; con ello estaremos contribuyendo a la generación de empleo y de mercado interno, y tendremos una razón menos para quejarnos contra el gobierno y contra todo. Comprar cosas chinas o americanas puede ser la manera más racional y eficiente, es cierto, pero así no nos estamos ayudando a nosotros mismos.

Tratemos también de comprar productos en el mercado formal, para no incentivar aún más el contrabando y la evasión impositiva. El problema de esto, como dice el amigo Rolando, es que diferenciar a los formales de los informales puede ser bien difícil. Muchas de las coquetas tiendas de la zona sur venden mercadería de contrabando, así como muchos comerciantes “de arriba” están en condiciones de vender con factura y con póliza de importación.

Llevando la idea un poco más lejos, esta actitud frente a las decisiones de compra, podría ser como una especie de participación y control social de los consumidores hacia el mercado y hacia el estado también. Nuestras decisiones individuales, multiplicadas colectivamente, bien podrían cambiar algunas cosas importantes, generando interesantes tendencias de mercado. En todo caso, si va a comprar, hágalo con la mano en el corazón y no sólo en la billetera.

martes, 13 de diciembre de 2011

¿Para qué la cumbre? (Artículo Suplemento Ideas-11/12/11)Página Siete-

Esta semana el gobierno ha comenzado a cosechar los primeros frutos de su cumbre social. La primera victoria ha sido la suerte de legitimación que, queriendo o sin querer, un montón de personalidades de oposición le han dado a la cita, proponiendo enfoques y temas que deberían de tratarse allí. Las sugerencias y aportes conceptuales a la agenda de la cumbre provenientes de analistas y actores que ni siquiera han sido invitados, ya está convirtiendo a la cumbre en un espacio válido, que podría ser el referente de la agenda política del próximo año. Gran negocio para el gobierno, que así recupera la iniciativa política perdida con los fiascos del gasolinazo y el TIPNIS: La reunión de alas partidarias de MAS, de amigotes y socios, adquiere tintes de dialogo y encuentro nacional.

Este es el riesgo de comenzar a tragarse ingenuamente la necesidad, la pertinencia, la modalidad, y la calidad y el alcance de la convocatoria de este evento, sin detenerse a pensar otra vez en el “para qué” de la tal cumbre. Si nos atenemos al discurso oficial, la cumbre responde a la necesidad de plantear una nueva agenda para el proceso de cambio, en la medida en que la Agenda de Octubre se habría ya cumplido; el libreto dice también que esta nueva agenda debiera ser la base de un programa de desarrollo económico, elaborado por los movimientos sociales.

¿Lindo, no? Así pintadas las cosas, cualquiera se apunta. Sin embargo, a estas alturas el gobierno ya nos ha enseñado de sobra que, pensando mal, siempre acertaremos. Y en este caso pensar mal es atender más bien a la realidad económica y política que ha puesto al gobierno en el brete de tener que convocar a sus huestes para legitimar su reposicionamiento. En esa óptica, la cumbre es una reacción política a la derrota sufrida en el primer episodio del TIPNIS; esa derrota puso en evidencia no solamente diversas rupturas con la sociedad, si no fuertes debilidades políticas internas. La paliza recibida fue de una magnitud que obliga al ajuste de las tensiones internas, al cierre de filas con las organizaciones sociales adictas al régimen y a la conformación de un nuevo bloque duro de poder, reforzado por nuevos actores.

¿Por qué otro tipo de razones se ha tenido que forzar esta reunión de acólitos? Aquí viene lo más grave: para darle un baño popular a algunas medidas económicas, más o menos preanunciadas, que el gobierno tendría que tomar para resolver sus urgencias fiscales. Entre ellas, ha aflorado nuevamente el “sí pero no” de la subida del precio de los combustibles. Pero muchos se preguntarán porqué la aparente urgencia de medidas fiscales y gasolinazos, si teóricamente las cosas van viento en popa y el gobierno no pierde ocasión para auto elogiar su manejo macroeconómico y el auge que habría producido la nacionalización.

Aún más extrañas resultan estas necesidades a la luz de un estudio realizado por la Plataforma Energética, en el que se revela que el impacto real del subsidio a los carburantes no podría superar los 222 millones de dólares para el año 2010, es decir menos de la mitad de los astronómicos montos señalados por el presidente cuando se refiere a los daños que esto le ocasiona al estado. Menudo detalle, al parecer se olvidaron en el cálculo oficial, considerar los valores que retornan al fisco por concepto de la venta de los combustibles y el cobro de impuestos.

Esta investigación, entre otras cosas, confirma que se intentó utilizar el gasolinazo para justificar un aumento muy por encima de lo necesario, con el fin de aumentar los ingresos del estado y sostener las frágiles finanzas de un estado que debe responder al aumento del gasto fiscal corriente, al crecimiento de la burocracia y al mantenimiento de políticas de tinte populista para el sustento del gobierno.

Detrás de esta escenificación teatral de los movimientos sociales demandando y avalando medidas de ajuste fiscal, se encuentra en realidad el drama de un gobierno que en los hechos ha contribuido a profundizar el patrón primario exportador y el carácter rentista del estado, y hoy comienza a ser víctima de sus propias contradicciones. En el caso del sector de los hidrocarburos, los resultados de la nacionalización son también preocupantes; pese al elevado nivel de precios internacionales, la producción de petróleo ha disminuido, la de gas se ha estancado y las reservas son en realidad un tercio de lo que se pensaba. Ante estas y otras contingencias, poco o nada puede hacer el estado a través de la raquítica e inoperante YPFB, que debe ajustarse nomás a los intereses y las ganas de las empresas extranjeras, que siguen controlando el sector.

El telón de fondo de este espectáculo es como se puede advertir, bastante más complejo que la discusión sectorial de temas específicos. El debate en cuestión tiene que ver en realidad con la necesidad de concebir (¡con casi seis años de retraso!), una política económica que responda a un modelo de desarrollo acorde con el discurso y con los postulados originales del Proceso Constituyente. Coincidirá usted conmigo en que no es esto lo que se va a tratar en la cumbre, ¿no es cierto?

jueves, 1 de diciembre de 2011

La Tormenta Perfecta del tráfico y la circulación vial (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-01/12/11)

El problema del transporte público en nuestra querida ciudad ha llegado ya a un punto crítico que requiere soluciones de fondo. Ya no hay márgenes para ningún tipo de dilación. Y es que sencillamente, así no se puede vivir; llegar al trabajo y volver a casa se ha convertido en una pesadilla diaria que atormenta a cientos de miles de ciudadanos y que ha reducido nuestra calidad de vida a niveles intolerables.

Para los que no pueden darse el lujo de embarcarse dos veces al día en un cómodo radiotaxi, la perversa condena de pasar por lo menos dos horas diarias bajo el sol o bajo la lluvia para conseguir un trufi o un minibús, es un castigo que termina por arruinarles la vida por completo. Perder dos horas al día al fósforo en esa rutina salvaje y humillante en la que hay que pelearse con veinte personas para ver quién sube a las atestadas movilidades, son un inicio y un final de jornada que nadie en este mundo se merece.

Esas dos horas diarias que se multiplican exponencialmente, son horas que no se trabajan, que no se disfrutan en familia, que no se duermen, que no se leen, que no se descansan, y que solo sirven para acumular frustración, impotencia, amargura y violencia psíquica.

Para los supuestamente privilegiados conductores de vehículos propios, el panorama tampoco es mucho mejor que digamos. Salir en auto a cualquier hora y por cualquier lugar de la ciudad, sirve solamente para constatar que el sistema de circulación ha colapsado para todos. ¿Se ha dado cuenta usted que incluso en las zonas residenciales de la zona sur, debe manejar al ritmo de los cientos de camiones que circulan sin ningún tipo de restricción? Camiones que transportan material de construcción, camiones de la Alcaldía que mueven tierra y piedras de un lado a otro de la ciudad, camiones de empresas de distribución de alimentos, camiones areneros, camiones de mudanzas, camiones cisterna, camiones verduleros, en fin, camiones de todo tamaño y de todo color que circulan a uno por hora en calles donde no entran más que ellos.

Sumemos un parque automotor inmenso que sigue creciendo desenfrenadamente con autos chutos, un sistema de transporte público atomizado en miles de movilidades, los benditos camiones, calles angostas, un sistema de semáforos y varitas que no funciona, arreglos de vías, obras de tendido de gas domiciliario que cancelan el tránsito por semanas, y además la colección de marchas y bloqueos que se multiplican todos los días, y allí está la tormenta perfecta, el cóctel explosivo, que nos tiene a todos al borde de la histeria colectiva.

Por ello no puede pasar un día más sin que el gobierno municipal encare un proyecto integral que contemple un sistema de transporte municipal masivo de buses en las rutas troncales (obligando al transporte público privado a atender rutas secundarias), el incremento de uno o dos dígitos diarios en la restricción vehicular, la modernización del sistema de semáforos, la revisión del sentido de las vías, de las paradas y de los espacios de parqueo (monopolizados en muchos casos por restaurantes, embajadas, tiendas y oficinas) , y la normativa para la circulación de camiones de acuerdo a zonas y horarios.

Ya lo sé, se trata de una tarea titánica que tendrá que hacer frente a los intereses de medio mundo y sobre todo a la inconciencia urbana de muchos, pero ni modo, igual hay que hacerlo, y hacerlo ahora.