domingo, 30 de octubre de 2011

La sociedad versus el poder (Artículo Suplemento Ideas-Página Siete-30/10/11)

Todos, menos el gobierno, coincidimos desde hace dos meses en que el conflicto generado por la carretera del TIPNIS iba a superar rápida y ampliamente su dimensión económica, ecológica, territorial y sectorial, para convertirse en un hecho político de profundo calado. Así fue, y esto probablemente se debió a que el presidente, el vicepresidente y todo el equipo político del gobierno leyeron mal el tema desde el inicio, e hicieron cálculos políticos equivocados, cuyos costos internos y externos recién comenzarán a pagar ahora.

Sin embargo, donde existen menos coincidencias es en la lectura y la interpretación de los efectos, luego de la claudicación del gobierno ante la potencia política de la marcha. Si bien ha quedado clarísimo que se trata de una tremenda derrota para el presidente y su gobierno, el desenlace puede ser interpretado de diferentes maneras, unas más bien antojadizas y otras incluso contradictorias. No han faltado, por supuesto, los que se han apresurado a vaticinar no solo la inminente caída del régimen, sino la pronta restauración de la república neoliberal, como si nada hubiera pasado en los últimos años en el país.

En realidad, lo que ocurrió fue que un par de organizaciones sociales, subestimadas por su poca fuerza numérica, le doblaron la mano al poder, y con ello demostraron no solamente su autonomía política frente al gobierno, pero también la vitalidad de la sociedad civil, y la vigencia plena del Proceso Constituyente. Fue la solvencia moral de las reivindicaciones, la lucidez de los dirigentes que lideraron la marcha y la adhesión legítima de una sociedad que, una vez más, dejó claramente establecido su rechazo al abuso de poder, lo que terminó arrodillando a todo el aparato de gobierno. Algo parecido ya había ocurrido con algunas organizaciones sociales de El Alto, luego del gasolinazo de finales del 2010.

Muchas veces dijimos también que, si existía alguna posibilidad de rectificación del rumbo de las cosas, esta radicaba en la capacidad de las organizaciones sociales de zafarse de las redes prebendales y clientelares del gobierno, y retomar su condición de movimientos sociales frente a los desvaríos y los despropósitos del gobierno. La plata, las pegas, los espacios de poder, las presiones, los chantajes y la imposición forzada de dirigentes, tenía a las organizaciones sociales en un estado de aletargamiento a partir del cual no se podía pensar en el indispensable desarrollo de nuevas formas de participación y control social.

Hoy tenemos al menos algunas razones para pensar que las organizaciones sociales, la sociedad organizada y lo que solemos llamar “la gente”, probablemente siguen respondiendo a las convicciones fundamentales que dieron origen al Proceso Constituyente, y que de alguna manera se tradujeron en la agenda de octubre y luego en el texto de la nueva Constitución Política del Estado.

Pese a que la integridad del Pacto por la Unidad puede estar todavía en discusión y pese a que las complejas relaciones entre el MAS y el tejido social está todavía en tensión y en incertidumbre, ciertos sectores han querido establecer en los hechos algo que se viene diciendo hace mucho tiempo: que éste no es el gobierno de los movimientos sociales, que Evo Morales fue una parte del proceso, que tuvo gran intuición política y supo colocarse al frente en el momento adecuado, que el MAS representa la conducción política circunstancial del proceso, que ambos, Evo y el MAS siempre fueron los más conservadores dentro del proceso, y que son el gobierno y el presidente los que han perdido la brújula y el camino que gran parte de este país se habían marcado como ruta crítica para construcción de un nuevo estado.

Tampoco debemos hacernos la ilusión de que estos remezones y llamados de atención darán lugar a reflexiones y rectificaciones dentro del gobierno. La ceguera y el espíritu inmediatista del gobierno no insinúan precisamente el deseo y la voluntad política necesarias para una verdadera reconducción, más allá, claro, del teatro político. Cualquier moderación ante el exceso o cualquier retroceso ante el error, tendrán que ser impuestos por la fuerza de la reacción de una sociedad, que no ha perdido sus cualidades de sensibilidad, madurez política y sentido común.

No debería pasar desapercibido para nadie el hecho de que la resolución de los problemas, sigue proviniendo de la sociedad, y no del poder o del sistema político. La sociedad ha dado muestras de buena salud, y esto es un bálsamo de optimismo que contrasta con las señales del gobierno estos últimos dos años. El régimen desilusiona, y la gente de a pie se encarga devolverle perspectiva a las cosas. El proceso de cambio corre desbocado por la autopista del poder, mientras el Proceso Constituyente busca, una y mil veces los intrincados caminos de la pluralidad.

No se confunda con romanticismo la retoma de consciencia, en medio de esta gran incertidumbre, de que estos procesos son de larga duración; que esto comenzó hace más de treinta años, y que probablemente tardemos muchos años más en construir lo deseado lo peleado y lo esbozado hasta ahora. Los escollos son nuevos y poderosos, pero para la gente, la agenda parece ser la misma.

jueves, 27 de octubre de 2011

Un final feliz, que no es feliz ni es final (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-27/10/11)

No podía terminar bien algo que comenzó tan mal, y fue manejado como algo peor. La cara y la actitud del presidente durante el acto de promulgación de la ley que establece que no habrá camino que atraviese el TIPNIS, lo dice todo.

Los políticos pueden poner la cara que quieren, en la circunstancia que fuere; esa es, lamentablemente, la gracia que los caracteriza. Y si no ponen la cara de circunstancia, esto quiere decir, o que no les da la gana, o bien que la circunstancia ha rebasado sus límites. La actitud de desdeño y la jeta que el presidente les puso a los TIPNIS y al país entero en el Palacio, podría entonces denotar soberbia, rencor, o pura rabia.

Si fuera rencor, éste se podría explicar a partir de su derrota política frente a la marcha de los indígenas, y al costo interno y externo que tendrá que pagar por no haber sabido medir ni manejar el asunto como se debía. Esa sería entonces la cara que habría querido ponerles, como advertencia y presagio de lo que les espera, después de haber tenido la osadía de desafiarlo.

Si se tratase de más soberbia, pues entonces sería eso mismo, pero con el aditamento de no haber aprendido nada a partir de lo ocurrido. Querría decir esto que las disculpas públicas y el gobernar obedeciendo, fueron nomás gestos obligados al calor de las papas. Querría decir que esta crisis política de magnitudes gigantes, no será aprovechada como un punto de inflexión y de reflexión, a partir del que deberían repensarse la dirección y los caminos hacia el futuro.

En caso de que aquella cara reflejara rabia incontenible e indisimulable, pues entonces podríamos pensar que el sentimiento del presidente responde a que el conflicto le ha tocado el lugar que más duele.

En todo caso, el presidente mostró la hilacha ante los ojos del país y del mundo entero. En sus casi seis años de gobierno y en circunstancias súper complicadas, nunca me pareció que el presidente perdiera la compostura a ese grado. En el caso del TIPNIS, el acto del Palacio fue el colofón de todo un episodio en que, francamente y con todo respeto, creo que le faltaron altura y grandeza.

Para los indígenas del TIPNIS, no importa mucho la sutileza de las caras. La actitud poco prudente, desconfiada y poco triunfalista que mostraron, da fe nuevamente de su experiencia y sabiduría; saben del carácter rencoroso y vengativo del presidente, y saben que, de una u otra manera, les va a sentar la mano; saben que más allá de los que se ponga en una ley o en un reglamento, cuando alguien te las tiene jurada y te quiere joder, no hay norma que lo impida.

Seguramente bajo el argumento de intangibilidad, comenzará una nueva estrategia de acoso que terminará señalando a los indígenas como depredadores, cuando saquen un pez de la laguna. ¿Querías que no se toque? Pues, bueno, ¡ni siquiera tú puedes tocarlo! Esa va a ser la tónica, que ya ha inaugurado la viceministra de Medio Ambiente, diciendo que revisarán inmediatamente los contratos de los indígenas con dos empresas madereras, para ver si responden a principio de intangibilidad. Con el mismo argumento, los indígenas pueden irse olvidando de recibir un solo centavo del estado en inversión pública.

Regresan a casa amenazados de muerte y frente a un futuro incierto que tendrán que bancarse solos, pues dentro de unas cuantas semanas, la mayoría de los solidarios citadinos, los auténticos y los oportunistas, habrá olvidado los avatares de los indígenas. Ese es el riesgo de enarbolar causas indígenas y ambientalistas, al calor de las emociones y las coyunturas. El riesgo para otros, quiero decir.

jueves, 20 de octubre de 2011

Una elección de perdedores (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-20/10/11)

Habrá que comenzar la evaluación de las elecciones judiciales diciendo que fueron un verdadero desperdicio democrático. Un desperdicio de plata, un desperdicio de energía ciudadana, y un desperdicio de vocación democrática. En todo caso ocurrieron, y confirmaron una vez más, esa nuestra obsesión por la democracia en toda circunstancia. Buena cosa.

Como estaba cantado, nadie supo nada acerca de los candidatos antes de la elecciones, nadie supo nada durante el acto electoral, y nadie sabe tampoco nada ahora. Nadie sabe quién cuernos ha sido elegido, y a nadie le importa saberlo, una vez confirmada la carga de ilegitimidad que llevan encima; ilegitimidad que viene de un proceso amañado en la selección congresal de los candidatos, de un órgano electoral (así, con minúsculas) herido en su credibilidad e imparcialidad, y de una cantidad de votos nulos que debería motivarlos a renunciar a sus cargos, antes siquiera de pensar en ser posesionados.

La lectura de los resultados debe ser entonces política y en clave plebiscitaria, pues ese fue el desafío de la oposición, a su vez aceptado por el gobierno. El partido oficialista recogió el guante y movilizó a sus bases y a todo su aparato para favorecer con el voto válido a sus candidatos, y perdió.

Si bien los votos nulos no llegaron al 50% más uno de los votos, fueron significativamente mayores a los votos válidos, y eso implica una derrota política. Sumar los votos blancos a los nulos y hablar de un 60% por ciento de rechazos, es ya un poco más relativo y discutible, en la medida en que es posible que las motivaciones del voto en blanco no hayan sido obligatoriamente las mismas del voto nulo.

Se confirma también, ésta vez en números, que La Paz es el nuevo bastión de la oposición al gobierno; pese a las voces que presagiaban un voto nulo del setenta u ochenta por ciento en Santa Cruz, nada de eso ocurrió, y fue La Paz el departamento que, con creces, registró la mayor cantidad de votos nulos. Ya ni eso podrán reivindicar los cruceños, en franca crisis existencial. En todo caso no es lo mismo tener en contra a La Paz que a Santa Cruz, y si el gobierno no se da cuenta de aquello, es que realmente están en la luna.

Pero lo más alarmante: la oposición festeja eufórica unos resultados que la han desahuciado otra vez. Vengo jorobando con los mismo hace meses, ese 45% por ciento tiene que repartírselo entre cinco o entre diez, mientras que el presidente, en su peor momento político y después de seis años de desgaste en el poder, ha conseguido el 40% de los votos (si vamos a leer los resultados de un lado con una perspectiva plebiscitaria, también hay que hacerlo del otro).

Esto quiere decir ni más ni menos, que en una eventual reelección, el presidente todavía está en condiciones de meterle una huasca, con la mano izquierda, a cualquiera de sus eventuales adversarios, ¡y con mucho margen! Otra lectura posible es que esta elección es la prueba empírica de que con un frente único, si se le puede ganar al poderoso Evo. Lo malo es que la conformación de un bloque unido de oposición no solo es prácticamente imposible, sino indeseable. Si los opositores están tan mal así separados, lamentablemente, juntos estarían mucho peor (lo de la bolsa de gatos quedaría corto para describir esa posibilidad).

Por eso no entiendo mucho el festejo. Yo, en el lugar de ellos, creo que estaría llorando.

domingo, 16 de octubre de 2011

Los excluidos del nuevo bloque de poder (Artículo Suplemento Ideas-Página Siete-16/10/11)

Los giros políticos y abandonos ideológicos del gobierno, provocan reacciones en la opinión pública y reacomodos en el posicionamiento político que, de alguna manera también reflejan altos grados de inconsistencia. Por momentos, se me ocurre estar viviendo en un mundo al revés, en el que se hace bien difícil discriminar las sensibilidades auténticas, con el oportunismo político, el racismo y los intereses de clase.

Es particularmente difícil, para todos, situarnos, encontrarnos y, menos aún dilucidar el rumbo y los nuevos escenarios que se plantean a futuro, en medio del durísimo momento de consolidación de poder que ejerce el régimen. La acumulación un tanto despiadada de poder hegemónico que ejerce el gobierno, la estamos sintiendo todos, sin lugar a dudas, unos cuantos para su bien, y otros muchos para mal. Partamos de allí: el nuevo bloque de poder se encuentra en su más brutal momento de afianzamiento, y en el medio de esa avalancha, la claridad de ideas es más esquiva que nunca.

Luego de las purgas internas, que parecen haberse resuelto en el abandono de los principios y valores que sostuvieron durante mucho tiempo el proceso, se han comenzado a expresar nuevas contradicciones internas en el aparato de poder. Después de que muchos se fueron, denunciando la traición ideológica perpetrada desde el minúsculo núcleo de toma de decisiones, después de que otros fueron desechados por los más aptos en la maniobra y en la operación política, seguramente otros tantos se han subido al barco, representando intereses y apoyos nuevos.

Como consecuencia y reflejo de aquello, estamos frente a una nueva conformación de bloques de poder en la sociedad, que se irá asentando con el tiempo, dibujándonos una realidad distinta, en la cual todos tendremos que encontrar nuestro lugar.

Más allá de los discursos, de las intenciones, de las posturas y de los resultados, y cuando se dan las condiciones históricas para que ocurran con contundencia, los proyectos de poder generan a la larga nuevas composiciones sociales y nuevas redes de poder, que acaban reconfigurando la realidad de todos.

Para intentar comprender algo más las confusas circunstancias actuales, puede ser saludable mirar un poco hacia atrás y fijarnos en lo ocurrido en la Revolución del 52; guardando las diferencias necesarias, en aquel momento la implacable arremetida de poder del MNR causó reacciones y desconciertos mayores en las oligarquías y castas de poder de la época. Esas minorías, al igual que las que pueden existir hoy, desplazadas de distintos lugares de privilegios, fueron los eternos odiadores a muerte de la cholada movimientista que vino a subvertir el cómodo orden establecido.

Ahora también hay una minoría que encubre su racismo y su decadencia en la adhesión a cualquier causa o coyuntura que sirva para debilitar al gobierno, y que no aceptará nunca la presencia indígena en el poder, incluso si el tiempo se encarga de demostrar que ese relevo de poder no contradice sus principios económicos y políticos.

También en ese entonces, las diferentes facciones, alas y desmembramientos del MNR reclamaban la reconducción de un proceso que abandonó sus banderas originales en la mitad del camino del poder. Muy poco quedó del ideario original de la revolución, pero si quedaron las poderosas burguesías burocráticas del partido en el poder, y las nuevas burguesías ahijadas en el oriente del país, proceso que me explica a mí y probablemente de alguna manera a usted también.

Ahora las clases medias tradicionales, sin distingo de nuestras ideologías o tendencias políticas, nos sentimos acorralados y amenazados, al constatar que hemos sido excluidos del nuevo bloque de poder. La cruda realidad nos muestra que los llamados de hoy, es decir los nuevos empoderados, son el nuevo aparato burocrático estatal, o las nuevas burguesías campesinas capitalistas, o las otras burguesías de comerciantes, y eso podría significar nuestro progresivo desplazamiento del sitio en el que hemos vivido.

Y por supuesto que esto jode, porque trasciende el color del gobierno, sus inconsistencias y también nuestra postura frente a ellas. Podemos ser progresistas desilusionados, conservadores envalentonados o racistas de pura cepa, y todos coincidiremos en la intuición de que no estamos invitados a esta fiesta

En ese incierto futuro, unos desaparecerán del mapa definitivamente, pero otros se adaptarán al nuevo esquema, de la mano de los nuevos actores. Insisto, bajo esta perspectiva, en realidad poco importa el rumbo ideológico del proceso, su eficiencia y sus resultados. La gran apuesta que la coyuntura económica le ha permitido hacer al régimen, tiene que ver con una movilidad social dirigida, que desconcierta y atemoriza a grandes sectores de la población. Y claro en el miedo y en el desconcierto, las reacciones no siempre son muy elegantes.

jueves, 13 de octubre de 2011

El factor Choquehuanca (Columna Bajo la Sombra del Olivo-PáginaSiete-13-10-11)

Pese a su bajo perfil político, la figura del Canciller David Choquehuanca no es poca cosa dentro del gobierno. Al parecer se trata de un hombre serio y mesurado, que maneja con holgura un Ministerio de Relaciones Exteriores especialmente complejo en esta coyuntura, considerando lo que significa la figura simbólica del presidente en el mundo (por lo menos lo que significaba hasta ahora), y las delicadas amistades que cultiva el gobierno con regímenes, medio proscritos por la comunidad internacional.

Pero al margen de sus labores ejecutivas, el Canciller tiene un fuerte peso político que, entre otros factores, al parecer se expresa en una relación de bastante respeto con el presidente, cosa que no ocurre con casi nadie más. Después de las purgas internas y de las varias disidencias registradas en los últimos dos años, muchos sostienen que los únicos dos núcleos de influencia que han sobrevivido al poder y al carácter del presidente, son precisamente el Canciller y el Vicepresidente.

Y más allá de eso, si no me equivoco, el Canciller representa también la tendencia indigenista dentro del proyecto, que viene atada a todo el discurso ideológico del vivir bien, del respeto a la Madre Tierra, y demás conceptos, que le han dado sustento al proceso constituyente y ahora al proyecto de poder del MAS.

Estamos hablando ni más ni menos que del supuesto delfín.

Por eso, yo me preguntaba hace casi un par de meses, cuando el tema del TIPNIS comenzaba a instalarse con ese horrible rostro, cómo iba a ser afectada su posición dentro del gobierno, cuanto se iba a desportillar la imagen del Canciller, y qué consecuencias políticas podría traer ese anunciado aporreo. La verdad, también pensaba que el olfato político del presidente iba a detectar el tamaño del peligro, y que él en persona se ocuparía de desactivarla apenas comenzó, pero claramente, me equivoqué.

En fin, pasó lo que pasó y, a no ser por las declaraciones que hizo después de su supuesto secuestro, Choquehuanca no ha marcado su posición política, al menos explícitamente. Y creo que debería, porque al final de cuentas, si algo ha quedado claro después de tanto despelote, es que el gobierno se hace pipí en todo lo que él encarna y representa. Probablemente lo usaron como carnada para buscarle motivos a la intervención, pero aunque no haya sido así, su derrota interna parece muy seria.

La renuncia fulminante de la Ministra de Defensa parecía ser una reacción política contundente, pues se trataba de un espacio de poder del canciller, y existían pocas posibilidades de que la renuncia se haya dado sin el visto bueno de Choquehuanca; luego vino una pequeña ola de renuncias, pero no el cisma que podría haberse producido.

¿La señal de la renuncia de la ministra fue suficiente? ¿A partir de allí, cómo lograron convencer al Canciller de que se quedara callado? ¿Se queda el Canciller por lealtad al presidente, o se queda por no darles gusto a sus adversarios internos? ¿Se ha resuelto con esto la balanza de poder entre García Linera y Choquehuanca? ¿Qué cintura y qué discurso le quedan al Canciller, después de ésta derrota?

Queda mucha tela por cortar, pero convengamos en que si Choquehuanca, en ese momento, golpeaba el tablero y daba un paso al costado (argumentos le sobraban), hubiera puesto al presidente, al MAS, al gobierno, a la oposición y a todo el país, patas arriba.

miércoles, 5 de octubre de 2011

¿Y usted? (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-06-10-11)

Si usted es parte de los que se refieren a la gran mayoría de los habitantes de este país como “unos indios de mierda”, pues debo decirle que su súbita adhesión a la causa de los indígenas del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure, es, lo menos que se puede decir, sospechosa.

Si usted era de los que apoyaba fervientemente en anteriores gobiernos las intervenciones policiales y militares a las marchas y bloqueos protagonizados por los movimientos sociales, argumentando que esa gentuza tenía bien merecido el palo y las balas, porque con esa actitud estaban atentando contra el progreso, el desarrollo y la libertad de otras personas, entonces su espanto e indignación ante la última intervención a la marcha, bien podría ser considerado un flagrante acto de hipocresía.

Si a usted, en su momento, le pareció una payasada la Cumbre Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y Derechos de la Madre Tierra realizada en Cochabamba hace poco más de un año y medio, pues le cuento que los postulados allí planteados, son la base y el sustento de las demandas de los marchistas que ahora usted apoya con tanto ahínco.

Si usted también su burló de la posición de Evo Morales en la Cumbre del Clima de Cancún, señalándolo como el hazmerreír del mundo por haber denunciado que los acuerdos eran insuficientes e inadmisibles, y ahora enarbola las más radicales banderas del ecologismo, pues no le vendría mal una visita a su psiquiatra.

Si usted es el típico consumista acumulador que cree que todos los países de la periferia deberíamos apuntar a los mismos patrones de comportamiento suicida de los países del primer mundo, pues déjeme decirle: la pirueta con salto mortal que ha dado para situarse rápidamente en el campo del ecologismo, nos ha deslumbrado a todos.

Si usted, en su vida cotidiana, es de los que va dejando detrás suyo un reguero de desechos plásticos, se da duchas de media hora, tiene dos autos de gran cilindrada en su garaje, prende la chimenea cada dos por tres para impresionara a sus invitados, y ahora, al calor de la coyuntura, se muestra como un verde furibundo, pues lamento decirle que no sólo nos está engañando a todos, sino que se está engañando a usted mismo.

Si usted es una de esas damas copetudas del Comité Cívico Femenino cruceño, y coincide extrañamente en la misma vigilia con hipientas y zaparrastrosas activistas de izquierda, pues mínimamente debería preguntarse, qué diablos le está pasando.

Si usted es un terrateniente que en el pasado cercanísimo avasalló, esclavizó y reprimió a los indígenas, persiguió a miembros de ONG´s que defendían sus derechos, y ahora se moviliza públicamente en campañas solidarias con los habitantes del TINIS, pues bueno, usted no tiene salvación, pues es un cínico sinvergüenza.

Si usted es de los que siempre estuvo convencido de que detrás de todas las movilizaciones populares, están las manos ocultas del chavismo, del castrismo y de todos los demonios del Eje del Mal, ¿por qué se siente tan cómodo apoyando ésta marcha en particular?

Si usted, en definitiva, nunca reconoció los derechos alcanzados por los indígenas en la nueva Constitución Política del Estado, y se declaró siempre un crítico del proceso constituyente, pues entonces mi amigo, su solidaridad con la marcha devela un oportunismo político, que en el fondo no hará más que intoxicar las causas y la lucha de los afectados.

domingo, 2 de octubre de 2011

El rumbo incierto del nuevo conservadurismo (Artículo Suplemento Ideas-Página Siete-02/10/11)

Detrás de las vertiginosas coyunturas de conflicto y tensión política, hay siempre un trasfondo político más profundo, que tiene que ver con determinadas concepciones del mundo (¿ideologías?). O debería haberlas. Nos llaman analistas políticos a los masoquistas que nos empeñamos sistemáticamente en desentrañar las razones y las causas de los eventos, explicando lo que hay, y muchas veces también lo que no hay, detrás del día a día de la montaña rusa de la política boliviana.

Hay mucha gente, unos aficionados y otros profesionales e iniciados en las artes de la política, que más bien se inclinan por la idea de la irreflexión y la improvisación impulsiva en los actos del gobierno, durante los cuarenta y cinco días del conflicto originado por la carretera que debe atravesar el TIPNIS. De acuerdo a ésta interpretación, nada habría detrás de la concatenación de errores, más que la ceguera que ocasiona la soberbia, el exceso de poder y el paulatino alejamiento de cualquier tipo de vínculo con la realidad.

El exceso de poder, pero sobre todo su uso y disfrute intensivo, conducen irremediablemente a la enajenación y al ensimismamiento. Quien está rodeado veinticuatro horas al día de adulones, busca pegas e interesados de especie diversa en favores políticos, no puede ser la misma persona que escuchaba, dialogaba y andaba por las calles, respirando las inquietudes y los ánimos de los simpatizantes y adversarios, y de la gente en general. Los aviones privados, los helicópteros, los guardaespaldas, los desfiles, los homenajes, las fiestas, las mujeres guapas atraídas por el súbito encanto que preña a los poderosos, e incluso las distracciones en actividades aún menos nobles (léase negocios), siempre fueron el camino expedito al extravío.

El mareo ocasionado por la borrachera de poder explicaría una supuesta pérdida del olfato y la sensibilidad política, expresados en un círculo vicioso de errores y desatinos algo gratuitos, en la medida en que son auto infringidos desde dentro, sin siquiera la ayuda de la oposición. Comparto parcialmente esa explicación de las conductas del gobierno; algo y mucho de eso se percibe en el talante gubernamental, pero eso no es suficiente para dilucidar lo que se cocina en el fondo de la olla.

En el caos de los tropezones y los corcoveos de distinto calado que se nos ofrece desde las elecciones regionales del año 2010, se puede leer también el decantamiento de las fuerzas internas del gobierno, la resolución de las contradicciones ideológicas, y acaso el rumbo del proceso bajo la actual conducción.

Las disidencias y deserciones de importantes actores y sectores que encarnaban la búsqueda de un sistema político y un modelo económico alternativo, fuera de los agotados paradigmas de la izquierda y la derecha, dan cuenta de una victoria interna del pragmatismo político. Las banderas que acompañaron el proceso constituyente, y la riqueza de la composición y agregación social en búsqueda de la construcción de un nuevo estado, parecen haber sido enterradas por la lógica implacable del proyecto de poder.

Después de casi dos años de una seguidilla de señales inequívocas, se puede afirmar que el gobierno está jugado por el empoderamiento, a como dé lugar, de las nuevas burguesías que en teoría deberían darle sustento al régimen en el mediano y en el largo plazo; una propias, creadas y ahijadas desde el núcleo de poder, y otras, ya existentes, instrumentalizadas y tuteladas políticamente a través de alianzas de interés económico.

Destacan en esta construcción hegemónica, el aparato burocrático estatal, que muestra grandes dotes en su capacidad de acumulación económica, y las nuevas burguesías campesinas (cocaleros, colonizadores, etc.), propietarios individuales de la tierra, empleadores de mano de obra, y fuertemente entrelazados con actividades económicas, como el transporte y el comercio; es decir, nuevas burguesías campesinas insertas en el modo esencialmente capitalista.

Pero esto no quiere decir que no sean menos importantes las burguesías pre existentes como la banca, los agroexportadores, y otros grupos de poder económico, que a través de alianzas de interés, han completado el nuevo bloque de poder.

La suma de medidas como el gasolinazo, en la que se expresaba a rajatabla la defensa de los principios de libre competencia, libertad de precios, estabilidad monetaria y protección de inversiones externas, el ingreso de autos chutos, en la que se reivindicaba el derecho de los pobres a tener un auto, o la carretera del TIPNIS, en la que se enarbola la idea del progreso y del desarrollo, han develado, por lo menos, el carácter conservador del presidente y de su gobierno.

¿Este conservadurismo pragmático alcanza para decir que el régimen ha tomado un rumbo definitivo hacia la centro-derecha, proyectando escenarios impensables en el campo político-electoral? Es muy probable, aunque hay que decirlo, conservadores los hay tanto en la izquierda como en la derecha. Y allí radica el problema mayor: hoy las dicotomías entre izquierda y derecha, la verdad es que ya no explican gran cosa. Las posturas y los discursos tradicionales de unos y otros, se han licuado globalmente en una misma acción desesperada de supervivencia, que no atina más que a ser funcional a las fuerzas ocultas de ese capitalismo que no acaba de morir, ni de reinventarse.