jueves, 28 de mayo de 2015

La factura histórica que deberá pagar el MAS (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-29/05/15)

El anterior régimen de partidos no cayó a causa de la insurrección de octubre de 2003; ese fue solamente uno de los detonantes que precipitaron el derrumbe de un sistema que venía acumulando desaciertos durante años. En ese rosario de vicios y malos hábitos políticos, la ciudadanía resintió con particular desagrado la práctica de copamiento y control del poder judicial y del poder electoral, por parte de los partidos que se turnaban en las interminables coaliciones de gobierno. El nombramiento de amigotes en las cortes electorales haciendo uso de las mayorías parlamentarias, tuvo su cenit con la célebre “banda de los cuatro”, que llevó el manoseo y la trampa a niveles descomunales. La gente, desde aquel entonces, parecía estar dispuesta a perdonar cierto tipo de prácticas cochinas que se sabe son inherentes a la política real, pero con un límite. Y ese límite tiene que ver con la calidad del árbitro en las competencias electorales. Aunque sea entre arcada y arcada, la gente está dispuesta a aguantarles a los políticos sus chanchadas, siempre y cuando esto no signifique ser tomados por estúpidos. Cuando el árbitro demuestra una y otra vez que es bombero, cochino y basurero, el ciudadano elector, con toda razón, pierde la confianza en el juego y comienza a pensar no solo en un cambio de árbitro, sino también en un cambio de reglas. En los peores casos, se le ocurre incluso cambiar de juego o patear el tablero. Esa es la magnitud del daño que el presidente Morales y su partido le están infligiendo al sistema democrático, con la designación de un Tribunal Supremo Electoral como el que se va, y como el que seguramente viene. Claro, esto siempre y cuando partamos de la premisa de que la gente no es tonta; y si así lo creemos, veremos que incluso la gente que todavía simpatiza con el presidente y vota por el MAS, se da cuenta de que las cosas pierden sentido cuando la legitimidad es progresivamente reemplazada por la trampa y la artimaña. El razonamiento del gobierno en este caso es otra vez erróneo. Creen que cambiando de amigotes en el Tribunal, podrán hacer borrón y cuenta nueva, y manejar el proceso de la requete reelección como si aquí nada hubiera pasado. Creen que la gente se ha vuelto tonta, y que el repudio está dirigido a los magistrados, cuando en realidad todos sabemos que la culpa y la responsabilidad no la tienen los títeres de turno, sino quienes allí los pusieron. Sabemos todos también el sainete que nos tocará presenciar estos días, en los que el gobierno despedirá a los magistrados que hasta ahora no presentaron su renuncia. Si el partido de gobierno tiene alguna intención verdadera de rectificar y componer un asunto, no tiene otro camino que llamar a una cumbre política con los líderes de oposición y con los líderes regionales emergentes, para suscribir un pacto que viabilice la elección de nuevos magistrados nacionales y departamentales por unanimidad, en un proceso supervisado y avalado por instituciones que gocen de altísima credibilidad. De lo contrario, les tocará pagar una carísima factura histórica, cuyo costo seguramente hoy ni sospechan. ¿O usted se acuerda de los nombres de los vocales de la Banda de los Cuatro? Probablemente no, pero sí estoy seguro de que se acuerda que los que los nombraron para torcer resultados, fueron la ADN y el MIR. Lo mismo pasará en este caso: olvidaremos los nombres de estos funestos personajes, pero recordaremos siempre que quién los puso fue Evo Morales y el MAS.

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