miércoles, 15 de octubre de 2014

Constataciones postelectorales (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-16/10/14)

Es imposible hacer algún tipo de análisis post electoral, sin antes dedicarle unas líneas al Tribunal Supremo Electoral. Lo de supremo le quedó grande, y si algo tuvo de suprema su actuación, fue en términos de ineptitud y parcialidad. El vergonzoso desempeño de una institución que tanto costó enderezar, significa sin duda un retroceso significativo para la democracia boliviana. Si a los vocales les quedara una pizca de vergüenza y dignidad, deberían renunciar colectivamente, pidiendo disculpas a los millones de bolivianos que han sentido que su vocación democrática ha sido defraudada y engañada (aunque hayan votado por el ganador). Pero todos sabemos que nada de eso ocurrirá, pues están bien ocupaditos en darle el empujoncito final al oficialismo en la consecución de los imprescindibles dos tercios. Por lo demás, queda confirmar que fueron nomás unas elecciones con resultados tan aburridos como predecibles. No hubo sorpresas, salvo la votación obtenida por el Partido Verde, que más que a sus bases indígenas, parece haber cautivado a la intelectualidad urbana, que encontró en ellos un voto ideológico no contaminado por la mediocre política real. El resto de los resultados confirma una vez más lo que, para suerte del gobierno, muchos se resisten a aceptar: que la oposición está muerta de cuerpo entero y ha sido enterrada por tercera vez. Después de nueve años en el poder, el gobierno les propinó, puntos más puntos menos la misma paliza que el 2005 y que el 2009. Este es el sueño ideal del gobierno, que no debe entrar en sí de gozo por tener al frente desde hace casi una década, a la misma colección de personajes del pasado, que son liquidados una uy otra vez, y se levantan nuevamente para deambular como zombis, a nombre del 40% de los bolivianos. Y así seguimos; los medios y los analistas insisten ahora en que a Samuel Doria Medina le ha ido fantástico porque ha quintuplicado su votación, y que por tanto es el indiscutible líder de la oposición. Y nadie parece o quiere darse cuenta de que, si se le sacan a su resultado los votos de Rubén Costas en Santa Cruz, los votos de Suarez y Lens en Beni y los votos de todos los que votaron por él tapándose la nariz (por eso de que no quedaba otra que votar por el segundo), de Samuel no queda nada; queda, con suerte, el 5% que sacó el 2009. Ocurrió también en esta elección lo que vengo diciendo desde hace cinco años, y que muchas veces causó que me acusen de loco y/o estúpido: que el MAS ganaría la próxima elección en Santa Cruz, y que en adelante, el oriente y la ex media luna conservadora, sería la base de su sustento político, económico y electoral. Para el MAS, las cosas no podían pintar mejor; su apariencia indígena y su discurso anticapitalista funcionan todavía muy bien en occidente, y sus hechos pro capitalistas han cautivado al oriente. La farsa funciona para unos y para otros, y funcionará, por lo menos hasta que se acabe la plata. Lo de Juan del Granado no fue para nada una sorpresa como muchos dicen, y fue más bien una consecuencia natural de su extravío político después de la ruptura con el MAS, de su tonito de autosuficiencia que ya nadie soportaba, y de su inaudita elección de compañera de fórmula, que rompió todos los records del absurdo político. Tanto error junto tuvo nomás que tener un costo mortal para un hombre valiosísimo en su momento para la democracia y para la ciudad de La Paz. Por eso quiero entender que su anuncio de no volver a candidatear, implica también su retiro de la política.

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